No podremos entender el universo, hasta que no oigamos como
los sordos, lloremos con los ojos de los que secaron sus lágrimas, mirad como
los ciegos, que sienten con el corazón, y dejemos a un lado los egos, los
miedos, las dudas.
Nadie pierde nada, porque nada se tiene. Aunque la vida te
sorprenda, sea para bien o sea para mal, siempre pon la otra mejilla a la vida,
una y otra vez, hasta que aprendas a ser feliz, de los errores se aprende.
Mientras no hayamos pasado por todos los estados,
sufrimientos, alegría, apegos, mientras no seamos libres de nosotros mismos y
nuestros terribles egos, no tendremos la mirada limpia, para entender este
universo.