Espirar

miércoles, marzo 07, 2018, by Sula



No me gusta la palabra imposible y me niego a creer que lo nuestro lo sea. Sé que es complicado, muy complicado para ser sincera. Pero no, imposible no.
A veces me paro a pensar en todo lo que estamos viviendo, me paro a recordar todos los momentos por los que hemos pasado juntos, y te juro que se me queda cara de boba. Yo me excuso diciendo que te quiero por lo buen amigo que eres. Y, aunque soy muy buena guardando secretos, mis amigas no se lo tragan. Cuando en el trabajo dicen tu nombre tengo que hacer un tremendo esfuerzo por no sonreír como una tonta, aunque no siempre lo consigo. Cuando me llamas al móvil y veo tu cara en la pantalla se me remueve el estómago.

Hoy me has pedido que te diga tres de tus mejores cualidades. Han sido fáciles de escoger y, bajo tu silencio, he notado tu sonrisa a través del teléfono. Entonces, me pides de nuevo tres cualidades, pero esta vez de las que no me gustan. Me sorprende porque nunca me he parado a pensar si hay algo en ti que no me guste. La que se queda callada ahora soy yo, pensativa. Finalmente, te digo que no me gusta que me trates siempre como a una niña, como si mis problemas no fueran tan graves como quiero hacerte ver. Pero no se me ocurre mucho más y opto por serte sincera. “No sé qué decirte, no veo más cosas malas en ti”. Y tú, gracioso como siempre, me dices que ya la añades tú, y ni corto ni perezoso me sueltas que la tercera cosa mala es que podrías tener veinticinco años menos, así yo saldría contigo. Helada. Me quedo callada, te juro que tienes el don de sorprenderme cada día.

Claro está que no tienes ni la menor idea de todo lo que pasa por mi mente, porque como se te ocurriría entonces decirme algo tan peligroso. Se acaba la conversación, pero mi cabeza sigue pensando a toda velocidad. Todavía no soy capaz de decirlo en voz alta, y solo pensarlo me auto convenzo de que no es real, que soy una exagerada y que solo estoy confundiendo las cosas. Supongo que el culpable de esto es mi muro interior, ese que agranda todos mis miedos e inseguridades. Tú lo estás derribando poco a poco, pero creo que no eres consciente de ello. Por muchas bromas salidas de tono que me hagas, por muchas caricias y abrazos, nunca te imaginarías lo que siento. Yo soy un desastre, un caos de nacimiento. Pero en mi defensa diré que tú no me lo pones fácil, y si sonríes, imposible.

Creo que no eres del todo consciente de que a mis 21, es muy fácil cruzar sin querer la fina línea de la amistad al amor. Sinceramente, la niña que llevo dentro no quiere que lo seas, quiere que sigas viniendo a verla, a buscar en ella la impulsividad y locura que a veces necesitas. Pero de vez en cuando la realidad cae sobre mí y me hace ver que lo mejor sería frenar esto de una vez, porque volveré a sufrir y me temo que mi muro se hará más alto esta vez.
No voy a enviarte todo esto, me limito a sonreírte y hacerte la vida un poco más complicada con mis cosas de niñata, como tú me llamas. Solo necesitaba sacarme esto de dentro. Como cuando espiramos por la boca ese aire cargado de sentimientos, para volver a inspirar un poco de fuerzas. Pues así, necesitaba espirar un poco de ti.

Voy a dejar de soñar, de esperar algo más de ti. Pero recuerda, sigo pensando que los imposibles no existen, así que algún día… quizás.

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